La historia moderna de la ideología tiene su origen en el grupo de intelectuales que recibió la denominación de "ideólogos", cuya figura más importante fue el filósofo francés Antoine-Louis-Claude Destutt de Tracy.
Los filósofos de la ilustración pensaban que la organización social existente no respondía a los criterios de la razón y, por este motivo, sometía a los seres humanos a la esclavitud y a la ignorancia. Los filósofos iluministas confiaban en la capacidad de la razón humana para transformar la sociedad. La razón era concebida como la herramienta privilegiada de la transformación social y política.
Su propósito declarado era elaborar una "ciencia de las ideas" que fuera capaz de reconstruir los mecanismos por medio de los cuales éstas surgían, y que estuviera en condiciones de formular planes precisos para la reforma de las ideas. Puesto que para los filósofos ilustrados la razón era el centro organizador de toda la vida social, pensaban que las falencias de la sociedad eran ocasionadas por la puesta en práctica de concepciones erróneas (irracionales) acerca de la naturaleza de la sociedad y los seres humanos; en otras palabras, el "mal" de la sociedad se hallaba en las ideas que servían de fundamentos a las instituciones. De esto derivaba la necesidad de una "ciencia de las ideas", que proporcionaría las reglas de gobierno para evitar caer otra vez tanto en la barbarie del Ancien Régime como en la irracionalidad del terror jacobino.
Los filósofos de la ilustración pensaban que la organización social existente no respondía a los criterios de la razón y, por este motivo, sometía a los seres humanos a la esclavitud y a la ignorancia. Los filósofos iluministas confiaban en la capacidad de la razón humana para transformar la sociedad. La razón era concebida como la herramienta privilegiada de la transformación social y política.
Su propósito declarado era elaborar una "ciencia de las ideas" que fuera capaz de reconstruir los mecanismos por medio de los cuales éstas surgían, y que estuviera en condiciones de formular planes precisos para la reforma de las ideas. Puesto que para los filósofos ilustrados la razón era el centro organizador de toda la vida social, pensaban que las falencias de la sociedad eran ocasionadas por la puesta en práctica de concepciones erróneas (irracionales) acerca de la naturaleza de la sociedad y los seres humanos; en otras palabras, el "mal" de la sociedad se hallaba en las ideas que servían de fundamentos a las instituciones. De esto derivaba la necesidad de una "ciencia de las ideas", que proporcionaría las reglas de gobierno para evitar caer otra vez tanto en la barbarie del Ancien Régime como en la irracionalidad del terror jacobino.
Napoleón, en tanto político práctico, comprendió rápidamente que la “ciencia de las ideas” era una herramienta de doble filo, pues al poner en cuestión todas las ideas y remontarse hasta su origen, tendía a eliminar el carácter “sagrado” de la jerarquía social. Napoleón expuso así sus reparos contra la tarea de los “ideólogos”:
“Todos los infortunios de Francia deben ser atribuidos a la ideología, a esa tenebrosa metafísica que, buscando con sutileza las causas primeras, quiere fundar sobre esas bases la legislación de los pueblos, en lugar de adecuar las leyes al conocimiento del corazón humano y a las lecciones de la historia. ¿Quién ha proclamado el principio de insurrección como un deber? ¿Quién ha adulado al pueblo proclamando para él una soberanía que era incapaz de ejercer? ¿Quién ha destruido la santidad y el respeto de las leyes, haciéndolas depender no de principios sagrados de la justicia, de la naturaleza de las cosas y de la justicia civil, sino solamente de la voluntad de una asamblea compuesta por hombres ajenos al conocimiento de las leyes civiles, criminales, administrativas, políticas y militares? Cuando nos vemos llamados a regenerar un Estado, lo que hay que seguir son los principios constantemente opuestos.” (Napoleón citado en Capdevila, 2006: 32).
Napoleón plantea que la tarea de los que se dedican al estudio de la sociedad tiene que consistir en desarrollar una técnica para gobernar, la cual debe respetar las creencias en la jerarquía y en el orden establecido. Sí los ideólogos se preguntaban por el origen de las ideas que dan estabilidad y coherencia al orden establecido, se corre el riesgo de poner al descubierto los mecanismos de dominación, y lo último que tienen que hacer las ciencias sociales en la sociedad moderna es mostrar que "el príncipe está desnudo" y que los derechos y libertades conviven con una realidad marcada por la explotación en el nivel de las relaciones económicas.
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